NICTOFILIA VOL. 2: HORROR ERÓTICO
Discurso pronunciado por el Pitufo Sodomita (Carlos
Carrillo) en la presentación de Nictofilia N°2, el 1ro de julio del 2017
Quisiera destacar la cruzada de evangelización de todo lo
bizarro, grotesco, perverso, lujurioso y blasfemo que viene llevando a cabo
Marcia Montesinos a través de Editorial Cthulhu. Y
estamos reunidos ahora, “la crema y nata de la depravación”, mis colegas en la
carnosa perversidad de la noche eterna… El Doctor Plaga, Pink Tony y Jules
Verde… estamos reunidos con motivo de uno de los frutos ponzoñosos, de los
muchos que vienen cultivándose en este mismo momento en los pasadizos
prohibidos de la editorial: Nictofilia Vol. 2: Dossier de Horror Erótico.
Sobre el dossier blasfemo de Nictofilia, ya lo dijo todo Pink
Tony alias Gonzalo del Rosario en el extraordinario editorial “De gore,
canibalismo y violaciones”. Agregaría que es una compilación sólida, toda la
selección es intensa y te inyecta la locura y la lujuria del horror erótico
directo a la vena o, mejor aún, cual enema directo al ano. No hay pausa, no hay
reposo, no hay piedad. Lo compararía con el “Reign in blood” de Slayer, así de
compacto y conciso.
Resaltaría al cuarteto de hijas de Lilith que
participaron en el dossier y que coincidentemente son de la península: María
Larralde “Olores”, Laura de la Cruz Martín “Salomé”, Cristina Martínez Carou
“Penitencia” y Dolo Espinosa con mi favorito: “Tacto”, que por cierto me
recordó una historia del primer número del comic Satanika de Glenn Danzig sobre
una biblioteca de libros prohibidos tatuados en los cuerpos de un grupo de
adeptos. Otros cuentos: “El ausente” de Rigardo Márquez Ruiz, me recordó a
ciertos relatos de Robert Bloch pero más explícito con las sodomizaciones perpetradas
por esos espíritus hermafroditas o transgénero que habitan un convento
abandonado. Me gustó bastante también “Caídas” de Gonzalo del Rosario con esa
atmósfera amazónica y sus horrores sin nombre, encarnizada en una suerte de
sirena que busca venganza y la referencia sarcástica a “pecado de obra y de
omisión”; y, por supuesto, la marranada suprema de “Cerdorwell con final feliz”
de Jules Verde.
Y en cuanto a la referencia en el editorial del Pink Tony
sobre los clubes privados de antifaces, al mejor estilo “Ojos bien cerrados (“Eyes
wide shut”), que evoca “La dama de la máscara dorada” de Víctor Grippoli, pues
corresponde a “la crema y nata de la depravación” aquí reunida formar nuestro
propio club. Claro está que sería un cruce entre “Ojos bien cerrados” y
“Hostel”, ¿no les parece?
Regresando a la directora de este coro de horrores, tuve
el gusto de conocer a Marcia hace poco tiempo e iniciar una colaboración de tintes
y tintas depravados desde entonces. De hecho, me ha forzado a salir del
estancamiento en el que me encontraba por varios años… 22 años para ser
exactos… desde la publicación del libro de cuentos titulado “Para tenerlos bajo
llave”.
Justamente, de conversaciones iniciales sobre literatura
de terror en nuestro país, llegamos a la conclusión obvia que nos encontramos
con muchos libros, muchas obras, pero de contenido “light”: fantasía oscura,
con algunas criaturas de la noche en versión “apta para todos”, que resulta ser
completamente inocua. Parece terror… pero no lo es.
Y en ese punto radica la misión iniciada por Editorial
Cthulhu: Devolver el peligro a la obra de horror, que inspire la más absoluta
insanidad y los más aberrantes extravíos, como sucede cuando se leen las
mohosas páginas del Necronomicon o, en referencia cinematográfica, la obra del
escritor Sutter Cane de la película “En la boca del miedo” (“In the Mouth of
Madness"). Recuperar ese componente de horror visceral, salvaje y
repugnante, de sustancia carnosa y gelatinosa, explícito en todas sus aristas,
que no sólo provoque esa sensación vértigo ante el abismo, sino también arcadas
que prácticamente nos lleven a vomitar el alma y exponerla a las descarnadas
alimañas de la noche eterna.
Esto me recordó como en algún momento en mi época
universitaria, un profesor de lengua (estudié en la UP), luego de leer algún
primer cuento previo al libro, me recomendó “Otra vuelta de tuerca” de Henry
James. Me dijo que necesitaba insinuar, no ser tan directo. ¡Qué texto más
aburrido resultó! Por ahí, decían que “la historia está fuertemente sexualizada”…
¿es en serio? ¡No lo leí así! Para mí los detalles tienen que exponerse en todo
su inmundo y purulento esplendor. ¡Yo tengo una mente 666% pornográfica!
Y esa mente pornográfica fue el motor que me llevó a
escribir. En realidad, es la clásica anécdota del lector insatisfecho, con la
particularidad que se trataba de un lector lovecraftiano que encontraba que
esos cuentos de horror cósmico y locura extra dimensional, les faltaba un poco…
aunque sea un poquito… de calateo. Lo más cercano fue esa escena de Lavinia
Watheley corriendo desnuda a la cima de la montaña donde se llevaría a cabo el
ritual con Yog-Sothoth. Ese componente ausente fue incorporado por todos
aquellos que continuaron el legado del maestro Howard Philip Lovecraft,
empezando por August Derleth y continuando en otras artes como en el cine en las
adaptaciones de Stuart Gordon.
Al tiempo que descubrí a HPL, en una feria de libros
buscando a Edgar Allan Poe, también me topé con Charles Bukowski y el Divino
Marqués. Esos fueron los tres ingredientes que se combinaron para el nacimiento
de los cuentos de “Para tenerlos bajo llave”.
Espero no aburrirlos con estas anécdotas de locura
ordinaria.
¿Cómo surgen el cuento que presenté para Nictofilia Vol.
2? “Para tenerlos bajo llave” incluye una mujer lobo, entidades de otras
dimensiones, espíritus malignos, asesinos en serie, pero siempre me quedó la
espina por un cuento de vampiros. Claro está, no el típico y aburrido vampiro
de Bram Stoker, sino más bien uno violento y más cercano al nosferatu, al “no
muerto” repulsivo que mora en cuevas insoldables o bosques tupidos.
Recuerdo que en algún momento cayó en mis manos un libro
titulado “La Historia Natural de los Vampiros” y una de sus secciones estaba
dedicada a la leyenda del vampiro en los diferentes continentes. Me llamó la
atención una vampiresa de Malasia conocida como la Penanggalan. Esta vampiresa
surge de mujeres que sufrieron una maldición o practicaron la magia negra. Su
cabeza se desprende del cuerpo quedando los intestinos colgando, los cuales
brillan en la oscuridad. Su dieta consiste en bebés y mujeres embarazadas.
Esa imagen es similar a una leyenda andina de la bruja
cuya cabeza vuela a pegarse en el cuerpo de un lobo que leí de niño. Años más
tarde, la leyenda del death metal, Mortem, rendiría culto a esa entidad en su
canción: “Uma, Head of the Witch”.
Y la idea quedó hasta la convocatoria de Nictofilia,
cristalizándose en la colaboración con Glauconar Yue: “La chica mas blanca del
primer ciclo”, presentando a la hermosa y perturbadora Merhla Amorós. El cuento
está ambientado en mi época universitaria a mediados de los 80’s. Por ello, las
referencias a las compras de un casete en la Colmena y al Rock in Rio del
verano de 1985. También, situé la vivienda de la vampira malaya en los
alrededores “del enorme y frondoso Parque Mariscal Ramon Castilla”, cerca de mi
alma mater la Universidad del Pacífico. Por supuesto, los intestinos que
cuelgan de la cabeza desprendida se mueven como tentáculos de… ya saben cuál
fue la fuente de inspiración.
Y como han escuchado en esa serie que están esperando con
ansia arranque la nueva temporada: “Porque la noche es oscura y alberga
horrores"… horrores viscosos y lascivos agregaría… que esta noche de
sábado les sea propicia para sus más oscuras perversiones en nombre de Cthulhu.